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Taller MIE: El Botiquín Emocional

Última modificación
Lun , 15/07/2019 - 02:04

copiloto

Hace un tiempo, navegando por internet buscando ideas, descubrí un taller que me encantó enfocado para niños y niñas. Adornaban una caja en la que metían tiritas emocionales para detectar y calmar las emociones, gasas abrazadoras, toallitas recogelágrimas, spray antimonstruos, pompas autocontrol… Distintos objetos para ayudar en el aprendizaje de la gestión emocional. Me gustó muchísimo la idea y le comencé a dar forma enfocándolo a personas adultas. Así nace el taller El Botiquín emocional.

Cuando Copiloto Emocional fue seleccionado para el programa MIE y elaboré la lista de acciones que quería emprender en este tiempo incluí este taller. Me apetecía mucho testearlo y este programa era la ocasión perfecta. Y me puse a ello.

Tenía claro que iba a ser un taller de herramientas de gestión emocional pero me gustó la idea de incorporar algo táctil, real que las personas que asistiesen se pudieran llevar a casa y tenerlo disponible para cualquier momento de necesidad. Infinidad de veces leemos algo, asistimos a talleres que nos ofrecen aprendizajes muy útiles, vemos un video… incorporamos a nuestra rutina lo aprendido y 3 días más tarde, lo olvidamos. Ofrecer algo tangible permite que la posibilidad de aprendizaje perdure.

Empecé con la recopilación de la batería de herramientas con las que íbamos a llenar nuestro botiquín. Repasé apuntes, recordé aquellas que en alguna ocasión había recomendado a algún cliente, revisé libros… hasta que consideré que tenía suficientes. De todas ellas seleccioné las que de una manera u otra se podían meter en una caja.

Con todo ya preparado y un prototipo hecho llegó el día del taller. El lugar de realización era la incubadora de empresas Ceminem spinup de la Universidad de Zaragoza. Con todas las personas asistentes en el aula ¡comenzamos!

Siempre que hago un taller empiezo desmontando mitos que existen en torno al mundo de las emociones, como por ejemplo:

  • Las emociones son positivas o negativas, las primeras hay que potenciarlas y las segundas evitarlas.
  • La razón es mejor guía de viaje que la emoción.
  • Las personas adultas no podemos aprender cosas nuevas.
  • La felicidad está fuera de nosotros mismos y es muy cara.

Estos mitos generan sufrimiento a muchas personas y me parece básico y primordial explicarlos, hablarlos y darles la vuelta. También hacemos una breve introducción acerca de qué es eso de las competencias emocionales. Un concepto que está en boca de todo el mundo actualmente pero que, a veces, no sabemos bien a qué ese refiere exactamente.

Hay personas que acuden a mi consulta y me explican que no tienen competencias emocionales o que no saben gestionar sus emociones. Yo siempre respondo lo mismo: es imposible, no podrías vivir de manera consciente sino supieras. Puede ser que no te guste como gestionas determinadas emociones, que de vez en cuando sientas que “pierdes los papeles” y te gustaría que dejase de ser así, que hayas detectado que perpetúas algunas estrategias que son perjudiciales para ti… te pueden ocurrir muchas cosas pero es imposible que no tengamos competencias emocionales o que no sepamos gestionar nuestras emociones, aunque la manera no nos guste o no nos beneficie.

Aclaradas muchas de las cuestiones planteadas, pasamos a llenar nuestro botiquín. El proceso es totalmente participativo. Durante el mismo, mi papel se limita a facilitar para que sean las personas implicadas las que trabajen y elaboren las herramientas a las que luego podrán acudir cuando surja un problema. Las dificultades propias de nuestro día a día, como una situación puntual estresante, un enfado, un mal recuerdo… Esas cosas que hacen que sintamos nuestro equilibrio emocional tambalearse.

Empezamos poniendo en común aquellas estrategias y herramientas que las personas participantes ya utilizan, aquellas a las que ya recurren. Ponemos en valor la sabiduría que ya poseemos y la compartimos. A partir de estas, aprendemos e incorporamos las nuevas que el taller ofrece.

El taller es intenso. Son tres horas de trabajo emocional individual con espacio para compartir y, sin embargo, todo el mundo transmitió que se le hizo ameno. Cuando trabajas en algo bueno para ti y de una manera pausada y agradable ¡todo se ve de otra manera!

En palabras de uno de los asistentes “no enseña nada que no hayamos oído alguno vez en nuestra vida pero ayuda a ordenar, hacerlo accesible en nuestro día a día, tenerlo a mano todo junto y eso es lo novedoso, lo práctico”.