Salir

México, lindo México y otras verdades

Última modificación
Lun , 09/09/2019 - 12:32
RabalArt

¿Eres una de aquellas personas que se siente más cómoda quedándose con su círculo de contactos o de aquellas que disfruta más surcando mares y escalando montes para encontrar ambientes nuevos?

Las primeras priorizan la fidelidad, el concepto de “Club”, el sentimiento de pertenencia; las segundas ven el abrirse a nuevos grupos y situaciones como un crecimiento, como un avance necesario.
Ambas actitudes son positivas si bien llevadas, pero cada persona lleva una predisposición y es cuestión de conocerse bien para saber cómo disfrutar de las propias características personales.
No cabe duda de que mi predisposición está fuertemente vinculada al segundo grupo.
No les voy a explicar el por qué y el cómo haya siempre pertenecido a aquel grupo de personas que disfruta con la innovación, pero sí les voy a poder hablar de cómo aprovechar este estado mental, esta actitud, esta predisposición.
Seguramente no tengo la llave del éxito ni lo que me vale a mí le valdrá al 100% a otra persona, pero lo interesante es generar una reflexión, o aún mejor crear un diálogo para que nuestras visiones se enriquezcan.

Por qué la zona de confort es vintage

La zona de confort es aquel punto de nuestra vida donde tenemos todo controlado. Todo está establecido y nada parece encaminado hacia el cambio.
La rutina se vuelve nuestra aliada (y a menudo nuestro verdugo a la vez).
Es vintage porque el sistema capitalista en el que vivimos ya no contempla esta “estabilidad” y tenemos que asumirlo sí o sí.
Tenemos que asumirlo para poder decidir si estamos de acuerdo o si queremos, con nuestras acciones, luchar para un cambio sostenible: pero esto, queridas lectoras y lectores, es otro post.
Una vez asumamos que la zona de confort no es una posibilidad válida en nuestra vida laboral y que incluso el funcionariado va a cambiar su rostro cada vez más, tenemos que diseñar una estrategia personal o, para empezar, lanzarnos en una introspección.

 .                       

El Cambio, el Crecimiento y el Tejer Red

En esta oda a la innovación, toca subrayar la diferencia entre cambio y crecimiento.
Cada cambio genera crecimiento, pero no todo cambio es bueno.
Por eso hay que quedarse en alerta y examinar sin restricciones qué ha producido el cambio y qué papel tenemos en ello.
Porque no es lo mismo haber generado el cambio o padecerlo; aunque este cambio lo hayamos querido o esperado, siempre generará otro efecto si se ha producido en un estado personal pasivo.
Por este motivo, resulta necesario entrenar nuestro espíritu proactivo para que este crecimiento sea razonado y no acarree una fase de inestabilidad o peor aún de choque emocional.

Dentro de esta constelación de modificaciones vitales y laborales, cabe destacar el papel fundamental que ocupa el tejer redes.
Todo el mundo tiene cosas positivas que ofrecernos y cosas negativas que podemos llegar a padecer, por este motivo, aquí no hablamos de trabajar en grupo sin más, sino de tejer una red: de forma concienciada y sana.
Cualquiera entiende la diferencia entre tener un grupo de amistades en el pueblo (no las elijo, sino que son las que son y poco cambia con el paso del tiempo) y crear uno en la ciudad.

En el ámbito profesional es lo mismo. No se trata de crear un buen ambiente con tu equipo de trabajo – que también – sino crear una red de contactos que realmente sea el resultado de una afinidad de objetivos y de trayectorias.
Quiero decir que es importante (por diferentes razones) tanto saber crear un buen ambiente de trabajo con el equipo que te toca, como saber crear una amplia y enriquecedora red de contactos alrededor de tu persona.
No importa si esta red está formada por profesionales de otros sectores, ni si se desarrollan en otros países: lo importante es que esta conexión no sea casual y que tenga un elemento de crecimiento que nos facilite un aporte mutuo.

             

Por qué México

En este caso – en mi caso – ha sido Ciudad de México la protagonista de una toma de contacto.

Por circunstancia varias, he tenido el honor de poder exponer mi trabajo en el XII Foro Académico Conservación del Patrimonio, Vinculación Social y Comunidades que organizaba el Instituto Nacional de Antropología e Historia a través de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía de México.
Durante el Foro he aprovechado para conocer un poco este territorio (desconocido para mí hasta el momento), y tejer red con profesionales de la innovación y del sector cultural en general.
¡Cuántas ideas preconcebidas he podido revisar!
¡Cuántas reflexiones he podido alimentar con nuevos puntos de vistas y nuevos enfoques!

Todo el mundo debería recibir este aire fresco que te envuelve cada vez que creas un lazo con personas diferentes o con nuevas metodologías de trabajo.
La diversidad en las empresas no está valorada tanto como se debería en mi opinión.
Aunque mis estudios me hayan llevado a especializarme en diversidad aplicada al trabajo, no dejo de sorprenderme de cuánto nos enriquece el acercamiento a ella.
Ciudad de México ha roto cualquier estereotipo que mi mente había sugerido, me ha sorprendido, empoderado, estimulado, sencillamente me ha enamorado.

He favorecido el contacto con las y los profesionales que formaban parte del Foro, pero también con las personas asistentes y con especialistas en innovación que trabajan y viven en México.
Esta organización y voluntad previa, me han servido para gestionar el poco tiempo del que disponía y para aprovechar al máximo la oportunidad dada.
El resultado es una placentera sensación de renovación, una recarga de pilas, una fuente de inspiración y un aprendizaje creativo.

En definitiva, me declaro a favor, o mejor dicho, fan incondicional de cualquier intercambio o encuentro entre profesionales con diferentes bagajes pero con objetivos similares.
¡Experiméntalo y luego me cuentas!